SER
Revista de la No-Dualidad
Jean Klein
EL SILENCIO
El silencio es nuestra naturaleza profunda. Lo que somos fundamentalmente es sólo silencio. Él, era antes del nacimiento de todas las cosas. Es sin causa. Su grandeza yace en el hecho de que simplemente «es».
En el silencio todos los objetos tienen su origen. Es la luz que da a los objetos su figura y forma. Todo movimiento, toda actividad está armonizada por el silencio.
El silencio no tiene su opuesto en el ruido. Está detrás de lo positivo y lo negativo. No está relacionado con nada que pertenezca a la mente. El silencio no tiene nada que ver con la mente. No puede ser definido pero puede ser sentido de un modo directo porque es lo más cercano a nosotros. El silencio es libertad sin restricción o centro. Es nuestra totalidad, no es externo o interno a nuestro cuerpo. El silencio es gozo, no placer. No es psicológico. Es sensación sin alguien que siente, El silencio no necesita intermediario.
El silencio es sagrado. Es curativo. No hay miedo en silencio. El silencio es autónomo como el amor y la belleza. No es tocado por el tiempo. El silencio es meditación, libre de cualquier intención, libre de alguien que medita. El silencio es la ausencia de uno mismo. O, mejor, el silencio es la ausencia de la ausencia.
El sonido que viene del silencio es música, Toda actividad es creativa cuando viene del silencio. Es constantemente un nuevo comienzo.
El silencio precede a la palabra, a la poesía y a la música, a todo arte. El silencio es el plano de fondo de toda actividad creativa. Lo que es verdaderamente creativo, es la palabra, es la Verdad El silencio es la palabra. El silencio es la Verdad.
Aquel que vive en el silencio, vive en una constante ofrenda, en oración sin petición, en gratitud, en amor continuo.
Ibn Al Arabi
EL TRATADO DE LA UNIDAD
Otro que ÉL no tiene existencia (o nominación) y no puede pues extinguirse (no habiendo nunca existido). Es por esto que dijo el Profeta: «Aquel que conozca su alma (es decir a sí mismo) conoce a su Señor.»
Y continúa diciendo: «He conocido a mi Señor por mi Señor». El profeta de Alá ha querido hacer comprender a través de estas palabras que tú no eres tú, sino Él; Él y no tú; que Él no tiene cabida en ti y tú no tienes cabida en Él; que Él no sale de ti y tú no sales de Él. No quiero decir que tú seas o que tú poseas esta u otra cualidad. Quiero decir que tú no existes en absoluto, y que no existirás jamás ni por ti mismo ni por Él, en Él o con Él. No puedes cesar de existir, ya que no eres. Tú no eres Él y Él es tú sin ninguna dependencia ni causalidad. Si reconoces en tu existencia esta cualidad (es decir la nada), entonces conoces a Alá, de otro modo no.
La mayoría de los iniciados dicen que la Gnosis, o el Conocimiento de Alá, viene a consecuencia del Fana el-wujudi y del Fana el-fana’i, es decir por el efecto de la extinción de la existencia y de la extinción de esta extinción. Ahora bien, esta opinión es totalmente falsa. En ella hay un error manifiesto. La Gnosis no exige la extinción de la existencia (del yo) o la extinción de esta extinción; ya que las cosas no tienen ninguna existencia, y lo que no existe no puede dejar de existir. Decir que una cosa ha dejado de existir, que ya no existe, equivale a afirmar que ha existido, que ha disfrutado de la existencia. Pues bien, si conoces tu alma, es decir a ti mismo, si puedes concebir que tú no existes y, por tanto que no te extinguirás, entonces conoces a Alá, no de otro modo. Atribuir la Gnosis al Fana y al Fana el-fana’i es un credo idólatra. Ya que si atribuyes la Gnosis al Fana y al Fana el-fana’i, pretendes que otro que Alá pueda disfrutar de la existencia. Esto es negarlo, y eres formalmente culpable de idolatría. El Profeta ha dicho: «El que conoce su alma (es decir así mismo) conoce a su Señor». No ha dicho: «EI que paga su alma conoce a su Señor». Si se afirma la existencia de otro, no se debe hablar de su extinción, porque no se puede hablar de la extinción de lo que se debe afirmar. Tu existencia es vacío, y el vacío no se puede añadir a una cosa, temporal o no. El Profeta ha dicho: “Tú no existes ahora como no existías antes de la creación del mundo”. La palabra «ahora» (está tomada aquí en su sentido de presente absoluto), significa tanto eternidad sin comienzo como eternidad sin fin. Ahora bien, Alá es la existencia de la eternidad sin comienzo, y de la eternidad sin fin, tanto como la preexistencia. Estos tres aspectos de la eternidad son El (Alá es la existencia de estos tres aspectos de la eternidad sin que Él deje de ser el Absoluto). Si esto no fuera así, su Soledad no existiría; Él no carecería de compañero. Ahora bien, es obligado (racional, dogmática y teológicamente) que Él esté solo y sin compañero alguno. Su compañero sería el que existiera por él mismo, no por la existencia de Alá. Uno semejante no tendría necesidad de Alá, y sería, por consecuencia un segundo Señor Dios, lo que es imposible. Alá no tiene compañero, semejante o equivalente. El que ve una cosa con Alá, de Alá, o en Alá incluso haciéndola depender de Alá por Señorío, vuelve esta cosa compañero de Alá, haciéndole depender de Él por Señorío.
Cualquiera que pretenda que una cosa pueda existir con Alá (poco importa que esta cosa exista por ella misma o bien por Él), que se extingue de su existencia o de la extinción de su existencia, semejante hombre, he dicho, está lejos de tener la menor percepción del conocimiento de su alma y de sí mismo. Ya que aquel que pretenda que otro que Él pueda existir (poco importa que sea por él mismo o bien por Él o en Él), para luego desaparecer y extinguirse en su extinción, etc., semejante hombre gira en un circulo vicioso a través de la extinción sobre la extinción indefinidamente. Todo esto es idolatría sobre idolatría y no tiene nada que ver con la Gnosis. Semejante hombre es idólatra, y no conoce nada ni de Alá ni de él mismo ni de su alma.
Desde el momento que este misterio ha sido desvelado a tus ojos, que tú no eres otro que Alá, sabrás que tú eres el objetivo de ti mismo, que no tienes necesidad de desaparecer, que jamás has dejado de ser, y que jamás cesarás de existir, jamás, como ya lo hemos explicado. Todos los atributos de Alá son tus atributos. Tú verás que tu exterior es el Suyo, que tu interior es el Suyo, que tu comienzo es el Suyo, y que tu fin es el Suyo, y esto incontestablemente y sin ninguna duda. Tú Verás que tus cualidades son las Suyas y que tu naturaleza íntima es la Suya, y esto sin que tú te hayas convertido en Él o que Él se haya convertido en ti, sin (transformación) disminución o aumento del tipo que sea.
En fin, sabe que »el que ve» y «lo que es visto», que “el que hace existir” y “lo que existe», que «el que conoce» y «lo que es conocido», que «el que crea» y «lo que es creado», que «el que alcanza la comprensión» y “lo que es comprendido” son todos Él mismo. Él ve Su existencia por Su existencia, la conoce por ella misma y la alcanza por ella misma, sin ninguna especificación, fuera de las condiciones o formas ordinarias de la comprensión, de la visión o del saber. Como Su existencia es incondicionada. Su visión de Sí mismo, Su inteligencia de Sí mismo y Su ciencia de Sí mismo son igualmente incondicionadas.
Si alguno pregunta: ¿»cómo miras lo que es repugnante o atrayente?. Si ves por ejemplo una suciedad o una carroña, ¿acaso dices que es Alá?», la respuesta es: Alá es sublime y puro, El no puede ser esas cosas. Hablamos con el que no ve una carroña como una carroña o una basura como una basura. Hablamos a los que ven, no a los ciegos. El que no se conoce está ciego, nació ciego. Hasta que cese su ceguera, natural o adquirida, no puede comprender lo que queremos decir. Nuestra conversación es con Alá y no con otro aparte de Él, o con nacidos ciegos. El que haya llegado a la postura espiritual que es necesario alcanzar para comprender, éste sabe que no hay nada que exista aparte de Alá.
Traducido del árabe por ABUL-HÁD; Traducido del francés por M. Z.