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EL RÍO DEL EDÉN

         Ana Emilia Agüero de Chazal        

               El río principal del Edén se encuentra escondido detrás de la relación existente entre el Árbol de la Vida y los cuatro ríos, los cuales a pesar de ser secundarios con respecto a él llevan nombres, al contrario del río original. El inaprensible e innominado quinto, cual savia oculta, fluye en el sentido vertical del árbol de la vida, a diferencia de los otros cuatro revelados que se desplazan en el plano horizontal del dominio humano. Mas aquella ausencia de la denominación como de la representación despierta al entendimiento “sutil”, significado de la raíz del nombre del “Paraíso perdido”, el centro sagrado, que no es otro que la fuente al pie del árbol axial, receptáculo donde se precipita la “influencia espiritual” que simboliza el río. De allí que la “corriente vertical”, cuyo origen se remonta al inexpresable misterio metafísico, y cuya fuente terrestre se identifica con el centro supremo oculto, se torne inaprensible, pues su inaccesibilidad responde a la condición caída de la humanidad, para la cual deviene invisible. Pero cuando reparamos en que esa fuente del centro sagrado se revela como “ojo del corazón”, según lo indican las lenguas hebrea y árabe, donde la palabra “fuente” también significa “ojo”, se puede advertir que la apertura del ojo del corazón en el hombre es lo que simboliza encontrar la fuente en el centro del Pardés que recibe las aguas del “Río de la Vida”.

               El misterio del ignoto río y su fuente se revela entonces íntimamente unido al camino de realización espiritual que permite el despertar de la visión superior. Así lo sugiere cuando lo consideramos según su secreta posición vertical, a partir de la cual comienza a manifestarse engarzando subyacentemente los distintos misterios como un hilo invisible, como una corriente subterránea que discurre tras los diferentes símbolos de la tradición judeo-cristiana enlazándolos, y poniéndola en contacto con otras tradiciones desde su eje mismo, al igual que entreteje los distintos grados que constituyen la existencia universal, permitiéndonos alcanzar un atisbo de la visión unificada que caracteriza al ojo central. Y si bien todo es misterio en torno al “río edénico”, cada fino detalle que insinúa despierta sin embargo profundísimas implicaciones. En este aspecto, se torna muy sugerente que se manifieste especialmente en un versículo al comienzo y otro al final de las escrituras, Génesis y Apocalipsis, de forma que nos induce a considerar ambos extremos del ciclo caracterizados por el Adam Kadmón y al Mesías, los que expresan aquella condición o “posición” original donde el hombre constituye el puente (entre el cielo y la tierra) a través del cual fluye la influencia espiritual que simboliza el río celeste. Así también, resulta altamente significativo que el río principal se oculte detrás de la relación entre el Árbol de la Vida y los cuatro ríos que describe la forma del septenario: la cruz tridimensional expresión de la estructura de la existencia universal, como también de la realización plena, y símbolo del Adam Kadmón como del Mesías. Figuras ligadas a Jakob, en cuya historia el río se revelará participando del proceso de regeneración del hombre individual, como así también de la rectificación a nivel de la humanidad en el fin del ciclo.

Índice principal

 PRÓLOGO.

INTRODUCCIÓN.

  1. UN RÍO OCULTO. 
  2. LA FUENTE.
  3.  EL COMIENZO DE LA CREACIÓN Y LA ESTRUCTURA DE LA EXISTENCIA UNIVERSAL CONTENIDOS EN BERESHIT
  4. El SEÑOR SOBRE MUCHAS AGUAS.
  5. EL MISTERIO DEL RÍO DEL EDÉN Y LA FUENTE DE LA VIDA EN LAS TRADICIONES CRISTIANA Y MUSULMANA. 
  6. EL PACTO DE UNIÓN FUNDAMENTADO EN LA UNIDAD DIVINA Y SU RELACIÓN CON LA CIRCUNCISIÓN. 
  7. EL RÍO DEL EDÉN A NIVEL DEL MACRO Y EL MICROCOSMO A TRAVÉS DE LA LEYENDA DE JAKOB. 

CONCLUSIÓN. 

Obras citadas.